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Para Crea, es un error creer que el precio interno de la carne bajará si se suspenden las exportaciones

El área de Economía de la asociación agropecuaria Crea realizó un análisis detallado sobre el movimiento comercial del sector ganadero a nivel local e internacional, con el objetivo de responder a la pregunta de si “¿Bajará el precio de la carne para los argentinos con las renovadas restricciones a las exportaciones?”.

El primer punto que destaca el informe es que la performance exportadora de Argentina en los últimos años es negativa. En efecto, desde el máximo alcanzado en 2011 (u$s 82.981 millones) las ventas al exterior se retrajeron 34%, totalizando u$s 54.833 millones en 2020.

Según advierten desde CREA, “son números preocupantes” para un país que debe afrontar importantes pagos de deuda en moneda extranjera en los próximos años y que experimentó, incluida la actual, seis crisis de gravedad desde 1975, cinco de ellas asociadas a saltos en el tipo de cambio.

Parte de la disminución de las exportaciones se explica por la baja de los precios (-22% entre 2011 y 2020), indica el informe. Sin embargo, las cantidades exportadas también cayeron (15%), y el desempeño argentino presenta una evolución más pobre que la de sus vecinos.

De esta manera, la evolución entre 2011 y 2020 no obedece únicamente al ciclo global de las commodities, ya que hay factores internos que juegan un rol relevante.

“Sin un incremento de las exportaciones, el país tiene altas probabilidades de atravesar en los próximos años un rumbo conocido: presiones sobre el tipo de cambio y dificultades para pagar la deuda en dólares, teniendo en cuenta que los vencimientos son crecientes en el tiempo”, vaticinan desde la entidad.

En línea con esto, el propio Ministerio de Producción, en su documento “El desarrollo productivo en la Argentina pos pandemia”, enumera 10 consensos, siendo el primero “necesitamos exportar más” y resalta la importancia de las exportaciones para evitar las frecuentes crisis.

Pese a ello, señalan desde CREA, “hoy se impulsan nuevamente restricciones cuantitativas, una medida que ya tuvo en el pasado importantes costos, siendo el trigo, la leche, el maíz y la carne las producciones más afectadas”.

En el caso del trigo, los permisos se implementaron en 2008, año en el cual las exportaciones totalizaban 8,7 millones de toneladas. Al año siguiente, se exportaron 5,1 millones de toneladas y para 2014 se alcanzó un mínimo de 1,8 millones de toneladas.

En 2020, sin permisos vigentes, se exportaron 10,6 millones de toneladas, lo que implica USD1.102 millones de dólares adicionales respecto a los valores de 2015, último año de vigencia de los permisos.

En el caso de la carne, a partir de 2005 comenzó a aplicarse una batería de intervenciones que incluyó suba de derechos de exportación, eliminación de reintegros, modificaciones en el peso medio de faena, permisos de exportación e incluso el cierre de las ventas al exterior.

Se pasó así de exportar 771 mil toneladas de res con hueso en 2006 a un mínimo de 183 mil en 2011. Al eliminarse las restricciones, entre 2015 y 2020, las exportaciones crecieron 354% en cantidades y USD1.997 millones medidas en dólares, volviendo en 2019 los valores de 2006.

Un punto importante es el costo en términos de tiempo perdido que implicaron las restricciones, considerando que entre 2006 y 2021 Paraguay aumentó sus exportaciones de carne 105%, Brasil 51% y Uruguay 5%, en todos los casos medido en cantidades.

Más allá de la evolución de las exportaciones, los permisos de exportación tienen también un fuerte impacto en la producción debido a la caída en los precios que se deriva de restringir la demanda externa.

En el caso del trigo, se pasó de producir 16,3 millones de toneladas en 2008 a 11,2 en promedio durante 2009-2015 (-31%). Por otra parte, entre 2006 y 2011 el stock bovino se redujo en 12 millones de cabezas y, consecuentemente, la producción de carne en un 28%.

Como consecuencia de la caída de la producción, en el largo plazo, las restricciones, que apuntaban a reducir los precios internos, terminaron teniendo un efecto contrario al buscado.

En primera instancia, entre 2005 y 2008, los precios de la carne al consumidor registraron una caída de cerca 12% en términos reales que perduró algo menos de un año. Desde 2010, se dio un incremento cercano al 40% en términos reales, que aún hoy persiste.

A partir de 2018 se inicia una nueva etapa donde es difícil separar la evolución del mercado de la carne en particular de la contracción de la economía en general. En efecto, desde 2018 la caída del salario real fue de 14,9% mientras que, en términos de carne, fue de 17,8%.

“Lograr una recuperación duradera del salario real es imposible sin estabilidad macroeconómica. Argentina necesita de un aumento de la producción y las exportaciones que le permita dejar atrás una década de estancamiento y provea las bases para una mejora en la calidad de vida”, concluye el informe de Crea.

Según explicó José Lizzi, líder del área Ganadería (I+D) de CREA, a menor volumen mensual de exportaciones de carne (eje x), mayor es la volatilidad del precio minorista interno (eje y). “El gráfico muestra una clara tendencia a la baja del precio minorista a los argentinos a medida que se incrementa el volumen de carne exportado”, afirma.

“En los últimos 20 años, los datos muestran que en los meses que más carne se exportó, más bajo fue el precio minorista de ese producto para los argentinos

Y agregó: “Es un error pensar que el precio interno de la carne bajará restringiendo las exportaciones. Una medida de este tipo genera un pulso de oferta instantánea seguida de una baja en la producción, que se traduce en menos oferta estructural de carne cuando la demanda por parte de los argentinos seguirá siendo la histórica y eso sostendrá, si no incrementará, su precio minorista”.

“Solo basta con recordar lo sucedido entre el 2006 y el 2009, con la diferencia de que en la actualidad el sistema ganadero va a ajustar retrayendo la oferta mucho más rápidamente. Esto se debe a que la tasa de extracción de machos está sostenida desde el 2017 en el orden a 100% (en el 2020 fue de 111%). Eso quiere decir que estamos faenando en promedio el 100% de los novillos en su primer año de vida y no hay oferta remanente de un 40% como lo había en 2006. Si se desestimula la producción con medidas de este tipo la oferta se retraerá inmediatamente y lo único que podría generar un pulso de oferta inmediato sería de carne congelada que iba a ser destinada a exportación, lo cual representa un 10% de la faena de un mes”, cerró.

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